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Sigo viva y no he cambiado mucho

Después de casi 11 años de haber escrito mi última entrada he vuelto, no se si a manera de catarsis pero me puse a leer lo poco o mucho (según como lo vea cada quien) que llegué a escribir en este blog antes de abandonarlo y me resultó muy curioso y a la vez un tanto decepcionante darme cuenta que no he cambiado tanto en todo este tiempo. Es un hecho ineludible que he acumulado años de vida pero en el fondo sigo con la misma esencia, la misma inmadurez, las mismas frustraciones y eso es algo triste y vergonzoso de admitir.
No se a ciencia cierta como sentirme al respecto, es confuso pensar que en teoría puedo cerrar los ojos y trasladarme al pasado y sentirme exactamente igual que ahora. Y no es que no hayan pasado cosas relevante en mi vida, para nada es así, de hecho han habido muchos cambios en una década. Aquí un pequeño resumen: poco después de dejar de escribir en este espacio, conseguí el empleo que tanto buscaba, no el de mis sueños pero si el que me permitió independizarme y poder cumplir uno de mis mayores propósitos en ese entonces, se podría decir que la vida iba bien, hice grandes amistades que a la fecha conservo, viví las mejores experiencias hasta ese momento y después de un par de años donde según yo me empezaba a sentir realizada personal y profesionalmente pasó algo que supongo tenía que pasar, me enamoré loca y profundamente lo cual me llevó a una mudanza por seguir al hombre de mis sueños y cambiar de manera drástica lo que yo consideraba mi proyecto de vida.
Terminé casada pero también desempleada y al principio todo era bonito hasta que llegó la realidad y empezaron los primeros problemas, no todo se trataba de la pareja sino más bien de esa parte personal que descuidé en mi misma, en mi nueva ciudad busqué otras opciones labores pero sin éxito, comencé a hacer trabajo voluntario a manera de distracción y funciono durante algún tiempo, a la par estudié unos cursos de pedagogía e inglés, tuve intentos fallidos de ser maestra, entre otras cosas. Hasta que la maternidad tocó a mi puerta, eso es algo que tampoco ha resultado fácil para mi, en un principio durante los primeros intentos tuve dos pérdidas y el miedo de seguir intentando me empezó a invadir, la tercera fue la vencida y hoy puedo decir aunque suene a cliché que mi hijo es lo mejor que me ha pasado en la vida y es la mayor bendición que Dios me ha dado después de la vida.
Sin embargo, sigue habiendo ese "algo" que me hace sentir insatisfecha, ahora vivo dedicada a la crianza de mi hijo y eso es algo que me consume y agota de manera extrema, he desarrollado graves problemas de sueño y aunque creo firmemente que estar con él en sus primeros años es el mejor regalo que le puedo dar, no encuentro la forma de lograr un equilibrio para sentirme yo misma además de ser mamá, he tratado de compaginar un emprendimiento pero no ha resultado como esperaba. Me culpo y recrimino por sentirme así, como si no tuviera derecho a sentirlo si después de todo tengo lo que muchos otras personas anhelan, una pareja, una familia, una casa, un hogar... sin embargo me sigo sintiendo perdida, tal como hace más de 10 años que escribí mis primeras líneas aquí.
No se si ésta será la última vez que escribo, estuve a punto de eliminar este espacio, quizás haga uno nuevo o a lo mejor tenga que esperar otros 10 años más y ver si entonces seré capaz de unir los puntos cuando vuelva a mirar al pasado, solo el tiempo lo dirá.

Diferencias, estereotipos y prejuicios

Es bastante común que las personas nos dejemos llevar por prejuicios y juzguemos antes de conocer. Todo esto me viene a la mente a razón del viaje que hice a la ciudad de México, de la cual tenía bastantes ideas preconcebidas muchas de ellas erradas y aunque fue un viaje bastante express tuve la oportunidad de conocer personas bastantes amables y agradables.
Aqui en México como en todas partes, los habitantes de las distintas regiones tienen cada uno su estereotipo, un modo particular de hablar, expresiones características y por supuesto acentos distintos, así como diferencias en cuanto a costumbres y hábitos. Pero lo malo no radica en que seamos diferentes, sino las malas ideas que se crean alrededor de estas diferencias.
A los habitantes de la capital del país comúnmente se le llama "chilangos" y los que no somos de allá los reconocemos fácilmente por su acento muy particular, al igual que los que habitamos el norte se dice que hablamos muy golpeado, entre muchas otras cosas malas que es mejor ni mencionar. Lo peor de tener prejuicios es generalizar y acentuar precisamente estas cosas negativas, que aunque hay que admitir que parten de una base, no todo lo que se dice es la verdad. Así como no todos los chilangos son nacos o tranzas, tampoco todos los de Monterrey son codos o los Sinaloa narcos. Con este tipo de ideas tuve que lidiar a la hora de hacer frente a comentarios prejuiciosos, los cuales no queda de otra que desmentir.
Considero muy importante luchar de manera muy personal por acabar con estas falsas ideas, las cuales admito en algún momento también haber tenido, lo cual no es algo que me enorgullezca sin embargo es fácil dejarse llevar por ellas. Desafortunadamente esto se da en todas partes, en todos los ámbitos y en todos los niveles. Lo mejor sería apreciar nuestras diferencias y aprender de ellas. Lo importante es que a donde quiera que vayamos nos podamos encontrar personas buenas, honestas, inteligentes y amables, sin importar como se vistan, se expresen o todo lo malo que se diga de ellas, primero hay que darnos una oportunidad.

El trabajo de encontrar trabajo

Si de por si encontrar trabajo ya es una tarea difícil, en estos tiempos la situación se torna aún más complicada. Después de pasar por infinidad de entrevistas (muchas de ellas totalmente inútiles), soportando incluso preguntas que agreden la intimidad, resulta realmente muy frustrante pasar por este proceso y al final seguir en las mismas.
La desesperación se empieza a apoderar de mi y más todavía tratando de lograr la adaptación en una ciudad nueva, donde se suponía encontraría más oportunidades profesionales, pero al parecer esta crisis está afectando sobremanera cualquier rincón y se ha llevado también de aqui la properidad.
A veces he llegado a pensar que en estos momentos tener preparación universitaria en lugar de abrir puertas constituye más una desventaja, puesto que muchas empresas están optando por contratar empleados menos calificados pero que les garanticen más estabilidad, ya que ante la situación muchos profesionistas están optando por emplearse en trabajos menores pero con la finalidad de cambiar por algo mejor en cuanto las cosas mejoren, por esta razón es común ver en los anuncios con letras mayúsculas NO PROFESIONISTAS.
Reconozco que no en todos los casos es así, sin embargo me falta aun más preparación como experiencia para competir por mejores puestos, de momento tampoco se si mi viaje de trabajo a la ciudad de México fue productivo a nivel profesional, aunque me sirvió de muchas otras maneras. Por lo pronto no queda más que seguir intentando.